DOS EN SILENCIO

Hace dos días que están enojados, que se hablan lo mínimo necesario, como si cada palabra fuera una mano que trata de buscar la del otro en gesto de perdón.
Ella espera actitudes que para él son imposibles de realizar, él sólo quiere terminar con ese estado de cosas que lo ponen de tan mal humor.
No es fácil : ambos son de carácter fuerte y obstinado, ninguno quiere ser el primero en ceder.
Pero la situación se está volviendo muy tensa. A pesar de que comparten los rituales cotidianos, apenas se dirigen la palabra, sin un atisbo de ternura en sus gestos.
¿Cúando terminará todo esto?
Esta noche cenan en el comedor, y ella, decidida a terminar con la hostilidad, engalana la mesa con flores y velas. El interpretará su acción como una señal de tregua.
Se sientan en sus lugares de siempre: él en la cabecera y ella a su derecha. Comienzan a cenar acompañados por el sonido de la calle que ingresa por la ventana abierta, usando sólo las frases que dicta la cortesía:
- ¿ Me alcanzás el pan, por favor?
-Sí, tomá…querés más ensalada?
-Gracias, está muy rico todo…
Y luego caen otra vez en el mutismo; es difícil dar marcha atrás y decir las palabras que los llevarán a ser lo que siempre fueron: dos personas que se amaron y aun se aman.
De pronto una ráfaga de viento entra por la ventana y apaga las velas. Todo queda en sombras y en ese instante el silencio crece como suele crecer al pie de la montaña al anochecer.
Sin pensarlo siquiera él la toma de la mano. Sabe cuánto le teme a la oscuridad y quiere librarla del miedo.
Ella aprieta esa mano con ternura y recuerda otras veces en las que la protegió a lo largo del tiempo compartido.
El silencio se acaba cuando dos voces que al unísono susurran un    “Te amo"   alejan para siempre los fantasmas del desencuentro.

DESPERTAR

Ella tomó su agenda y la abrió en la página marcada. Ese día tenía varias reuniones, además del almuerzo con los gerentes del área de nuevos desarrollos, y a la tarde la presentación de los bosquejos de la próxima publicidad. El lanzamiento del perfume la tenía muy atareada. Se sentía cansada. La noche anterior había dormido mal; otra vez ese sueño, nada agradable, en el que se veía vestida con ropas andrajosas, enormes para su figura esbelta, el pelo desgreñado, y acostada sobre varios cartones dentro del túnel de una estación de tren para ella desconocida. El sueño cada vez era más prolongado y con detalles precisos; algunas veces ocurría que se hallaba revolviendo tachos de basura buscando qué comer, y despertaba con ese olor desagradable en su nariz. Otras sentía el frío de la noche cuando dormía tapada con una vieja manta apolillada. Era algo sin sentido : ella que a sus 37 años había conseguido llegar a ser gerenta para toda América Latina de esa empresa de cosméticos multinacional, con un sueldo magnífico, su propio departamento, un auto último modelo, un vestidor lleno de ropa y zapatos que nunca llegaría a gastar, soñar que era una pordiosera ! Si hasta parecía un chiste... Pero por qué? Tendría que hablarlo en la próxima sesión con su terapeuta. Tal vez le diría que el origen era el stress, ya que hacía tres años que no se tomaba vacaciones, ocupada como estaba con el desarrollo de la empresa. Y si se decidía a irse? Después del lanzamiento del perfume podría dejar trabajo adelantado y organizar todo de forma que su asistenta pudiera arreglarse sola cinco días. Qué bien le vendría un tiempo en el Caribe ! Bajo el sol se diluiría la pesadilla y luego podría contarla como una anécdota graciosa. Lo agendaría para mañana mismo : llamar a la agencia de viajes , a primera hora. Esa noche volvió a su departamento feliz; todo salió a la perfección : las reuniones, el almuerzo, la presentación...Un buen motivo para llamar al restaurante chino y pedir su comida favorita. Cenaría y después de una ducha tibia dormiría como una reina. Se acostó, segura de que el sueño no volvería. Pero se equivocó, ya que esta vez fue más vívido que nunca : estaba sentada sobre los cartones, tapadas las piernas con la manta, la mirada perdida en el vacío. Casi podía sentir el olor del túnel, esa mezcla de humanidad, perfumes, exudaciones, y su propio olor de alguien que lleva muchos días sin bañarse. Y de pronto un hombre se acercaba, con una caja de pizza en las manos, diciéndole : "Angela, te traje algo de comida que nos sobró de ayer, está buena ". Y ahí se quedaba ella, con la pizza a su lado, medio adormecida, hasta que sentía que alguien la sacudía llamándola "Angela, despertate". Angela se despertó cuando escuchó que alguien la llamaba. Qué sueño tan raro había tenido ! Esa oficina tan grande y luminosa, toda esa gente alrededor dirigiéndose a ella con respeto, ese departamento enorme, toda esa ropa, y esa mujer tan distinguida y elegante, un poco parecida a lo que ella había sido, cuando tenía otra vida. Encontró unas porciones de pizza que alguienle había dejado, las comió despacio y se acomodó de nuevo sobre los cartones. Seguiría durmiendo, era mejor soñar que vivir.